👉 Mi misión - DIA 3 🥰 #misionalnorte
Apr 30, 2025
"Mi misión al norte - Día 3" de Tatiana Romero
Índice
- Viaje desde Ongamira hacia Tafí del Valle
- El mensaje de "las nubes"
- La experiencia junto al dique
- Unión de dimensiones y apertura
- Confirmación: el terremoto en México
Viaje desde Ongamira hacia Tafí del Valle
Día 3. Partimos de Ongamira hacia Tucumán, Tafí del Valle. Fue un largo día por carretera, alrededor de 10 horas. Llegamos. Cuando llegamos comenzamos a buscar un lugar para dormir. No encontrábamos. Cuando encontramos un camping —porque habíamos armado el auto para poder dormir allí— no nos gustó. Y dijimos: ¿qué hacemos? El sol estaba bajando, se estaba haciendo de noche y no sabíamos dónde íbamos a dormir.
El mensaje de "las nubes"
Para todo esto les tengo que contar que en la canalización de Ongamira pregunté sobre la siguiente parada y me dijeron “las nubes”. Yo sin conocer nada de geografía, como ya dije en los otros videos, dije: ¿el tren de las nubes? No, el tren de las nubes está más lejos, son muchas horas de viaje y no me voy a subir al tren de las nubes. Entonces dije: el tren de las nubes no. ¿Qué será? “Las nubes” quedó ahí. Fue una parte que no se la compartí a Diego porque me había olvidado, y como no lo había entendido, la verdad que lo dejé ahí, lo ignoré.
Cuando llegamos a Tafí del Valle y no conseguíamos hospedaje, Diego dijo: “vamos cerca del agua, vamos al dique”. Habíamos visto un dique maravilloso, unas montañas maravillosas, y yo dije: “sí”, porque frente al dique vi que había luces, civilización, seguramente hay un hotel. Llegamos al lugar: no era un hotel, era un barrio cerrado, había algunos restaurantes. Y dijimos: bueno, ¿qué hacemos? ¿Dónde dormimos?
La experiencia junto al dique
Y como bienaventurados dijimos: vamos a dormir al dique. Sí, teníamos agua, teníamos unas linternas para la noche, el auto súper cómodo porque lo habíamos armado a la perfección, calentitos, teníamos comida. Listo: vamos al dique.
Cuando tomamos esta decisión, veo un gran cartel de ese barrio cerrado hermoso que se llama “Las Nubes”. Y ahí recordé. Y ahí le dije a Diego: en una canalización me dijeron que vaya a “las nubes”. No entendía qué era, pero es acá.
Y así fue. Pasamos una tarde, un atardecer hermosísimo. Estábamos solos frente al dique. El sol iba bajando, el cielo comenzó a tornarse naranja, rosa, violeta… unos colores mágicos. Las luces de la ciudad comenzaron a encenderse a lo lejos, se reflejaban en el agua, las luces de los pueblos del frente. Fue todo mágico, maravilloso. Estábamos muy cansados porque habían sido 10 horas por la carretera, y decidimos ir a dormir.
Unión de dimensiones y apertura
Antes de dormir comienzo a sentir que algo se quería presentar. Y le digo a Diego: “voy afuera, vamos al dique, a acercarnos al agua”. Bueno, eran las 10 de la noche, nos abrigamos y nos acercamos al agua.
Sentía en el centro de mi pecho que algo quería presentarse, y simplemente accedí. Estaba muy oscuro, estábamos solos. La única luz eran las luces de las estrellas y las luces de la ciudad que se reflectaban en el agua.
Entonces me paro, cierro los ojos. Diego se para detrás de mí. Me da bastante protección y seguridad para poder cerrar los ojos tranquila, sobre todo en lugares que no conozco o en lugares oscuros en donde no hay luz. Allí cerré los ojos. Le dije a la conciencia: aquí estoy. Soy un canal.
Y del centro del dique sale una gran plataforma, con un gran ser parado sobre ella. Y desde las estrellas desciende una gran nave, por la cual un ser se presenta y se apoya en la plataforma del dique. Eran dos grandes seres hablando, comunicándose.
Y yo sin entender nada. Sentía detrás de mí a mis guías. Y hubo un guía que me dijo: “tranquila, no hay nada que entender, entrégate al momento. Eres un puente. Gracias a ti el cielo y la tierra pueden unirse en este instante, dando permiso a que la conciencia se manifieste en la materia”.
Tres partes: el cielo, la tierra, y estos seres que se presentaron. Necesitaban una porción de materia consciente que les diera el permiso para el encuentro. Y así estaba yo. Y así accedí a ser esa porción de materia.
Una parte de mí, totalmente en entrega y conexión con esa frecuencia. Y otra parte de mí, hablando con mi guía, enojada porque quería entender qué estaba pasando y no me lo decían. Y mi guía lo único que me decía era que me entregue, que me entregue a ser ese canal. Suelte el control.
La verdad que, mientras mi guía más me decía esto, yo sentía que no me podía relajar. Quería entender. Y mientras más quería entender, más me enojaba. Me frustraba conmigo misma. ¿Cómo no voy a entender? ¿Cómo puede ser que no entienda?
Confirmación: el terremoto en México
Pero sí. No entendí en ese momento. No entendí qué querían, qué hacían esos seres. La conexión terminó. Volvimos al auto y dormimos. Una noche hermosa. Del auto se veían estrellas. Luego apareció la luna. Una noche maravillosa.
Con el tiempo, y con la continuidad del viaje, entendí. Me contaron. Más que entender, me contaron: esos seres de dos dimensiones diferentes necesitaban un punto de convergencia para poder unir sus dimensiones. Y aquí yo, como fractal, haciéndome consciente de todas mis dimensiones. Haciéndome consciente de todos —bueno, o algunos— de mis fractales. Haciendo consciente a la conciencia, pude ser ese punto de convergencia. Ese punto de unión entre los dos estados frecuenciales.
Estos dos seres se comunicaron. Y el ser que vino desde el cielo, que vio al ser que salió debajo de la tierra, debajo del agua, pidió que las puertas de sus naves sean abiertas, para que sus naves que están guardadas en la tierra puedan salir.
Fue algo así como una negociación, en donde se pidió que en ese lugar, en donde las naves se habían guardado hace eones, se pidió que ese lugar se abra para que las naves puedan salir. Fue una negociación entre ellos. En donde solo eso me dijeron.
Pero lo mágico fue lo que apareció en el día 4 y en el día 5, y sobre todo lo que sucedió en el medio del día 4 y el día 5. Después de esa negociación, un sector de México vivió un gran terremoto. Las puertas se abrieron. Los lugares en donde las naves estaban guardadas se abrieron. Y al abrirse, la tierra lo siente. Y la tierra se sacude. México vivió la manifestación de ese sacudón.
Y en completa gratitud a todas las almas que, de alguna forma y en algún plano de conciencia, estuvieron dispuestos a ser parte de esa manifestación, les enviamos desde aquí toda nuestra luz.